La Real Sociedad volvió a dar un disgusto al Barcelona, al que ya ganó en Anoeta la pasada temporada, y con un Imanol Agirretxe en estado de gracia sacó un empate a dos tantos que le sabe a triunfo.
La Real, de inicio, quiso plantar cara con sus mismas armas a un conjunto catalán que había dejado gran parte de su potencial en el banquillo para reservar a algunas de sus figuras para el encuentro contra el Milán del próximo martes.
El conjunto blaugrana, sin embargo, lo hace de memoria independientemente del jugador que esté en el césped y así en el minuto 10, en la típica jugada de tiralíneas a la que todo aficionado se ha acostumbrado ya, Alexis asistió a Xabi que marcó a placer.
El público de Anoeta estaba molesto con Mateu Lahoz por entender que el gol del jugador catalán se produjo en fuera de juego y en medio de la protesta llegó el segundo, de ejecución similar y con culminación de un Cesc que sigue en racha desde su llegada del Arsenal.
Parecía que la goleada era inevitable, los blaugranas jugaban a placer y los donostiarras no sabían por dónde les daba el aire, pero la Real se rearmó moralmente y, sin incordiar mucho a Víctor Valdés, se mostró al menos más solvente y evitó que el Barça le dañara más en el primer tiempo.
La lesión de Alexis, en una carrera con Estrada que le derribó para evitar su marcha, obligó a mover ficha a Pep Guardiola, que introdujo más dinamita en el campo con la presencia de Villa.
La enorme superioridad de los catalanes se ilustró en el dato de que hasta el minuto 43 la Real no realizó el primer remate a puerta contraria, en un tiro intencionado de Xabi Prieto.
El final parecía escrito ya en el descanso hasta que apareció Agirretxe, el mejor jugador de los donostiarras, quien en el primer balón que tocó en el segundo tiempo se revolvió en el área visitante y por escasos centímetros el esférico se marchó fuera con Anoeta cantando el gol.
El máximo goleador realista, que está en un gran momento, puso el partido patas arribas en dos acciones consecutivas, primero con su gol y luego adelantándose a la defensa azulgrana y a Víctor Valdés para bombear un balón que pegó en el travesaño y Griezmann lo llevó al fondo de la red ante el delirio de la grada.
Guardiola no tardó un minuto en dar entrada a Messi y poco después a Iniesta buscando una rápida respuesta al inesperado descalabro que se había producido y con ambos en el campo el Barça generó más peligro pero Claudio Bravo se encargó de garantizar el empate.
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