Real Madrid ejerció una nueva demostración de fuerza para sellar su quinta victoria consecutiva en Liga y acentuar las penurias del Villarreal, lejos del talante que ofreció antaño y que fue una presa más, resignada, del poderío blanco.
El conjunto blanco sigue a su ritmo. A la espera de un mínimo fallo del sorprendente Levante para ejecutar el asalto al liderato. Un antojo a mano. Derivado de un octubre impecable, donde el Real Madrid ha sacado con solvencia todos los encuentros a los que ha hecho frente. Goleadas al Espanyol, Betis, Lyon, Málaga...
El cuadro de Jose Mourinho va rodado. Con el manual aprendido. Ejecuta una presión asfixiante de inicio. En especial en el arranque. Ordenada, colectiva. A los diez minutos el Villarreal ya tenía ante sí una nueva losa. Dos goles en contra. Tres a la media hora.
Más madera para el conjunto de Juan Carlos Garrido, en entredicho en las últimas semanas y al que empiezan a hacerle sombra el nombre de sustitutos.
Es la ley del fútbol. Y el Villarreal, otrora a danzar por las alturas, coquetea ahora con el descenso. No gana desde el pasado 20 de septiembre, cuando se impuso al Mallorca en El Madrigal por 2-0. Desde entonces, solo derrotas -dos en Liga de Campeones y el pasado domingo ante el Levante. Solo suma a base de empates. Como los que logró ante el Getafe, Zaragoza y Athletic. Nada de victorias. Siete puntos.
Tiró de bloque Mourinho, que repitió equipo a excepción del 'nueve'. Al margen del debate, el luso reparte minutos entre sus dos puntas. Karim Benzemá y Gonzalo Higuaín. El sábado jugó el argentino. En esta ocasión fue la hora del francés.
Fue precisamente el galo el que primero encontró puerta. A los seis minutos, un desmarque, un control a un centro de Ángel Di María y gol ante la salida de Diego López.
Para entonces el Real Madrid ya había amenazado la meta visitante un par de veces. Después lo haría otras dos más antes de que, en pleno vendaval, Kaká firmara el segundo.
Va a más el brasileño. A tono físico ha ganado en presencia en el equipo. El alemán Mesut Ozil, por segundo encuentro consecutivo en el banquillo de inicio, tiene un competidor en su posición.
Kaká se encontró con un balón dado por Di María. Pensó en centrar, pero miró a puerta y, desde la frontal, disparó. Bajo y a la derecha de Diego López, que no llegó.
En plena avalancha fue el propio Di María el que marcó el tercero. Un contraataque marca de la casa. Gestado en un córner lanzado por el Villarreal. Conducido por Kaká, continuado por Marcelo y Benzemá y finalizado por el exterior argentino, que dejó su sello en los tres goles.
El partido se dio un respiro. Cristiano Ronaldo no encontraba su gol. El Madrid bajó el pistón y se centró en controlar el juego ante la mirada de su rival.
Tal y como sucedió en Málaga el cuadro blanco perdió intensidad en el último tramo. Pero el Villarreal apenas amenazó a Iker Casillas. Sin fe, acostumbrado a crear, sufre sin el balón. Borja Valero, Cani, Bruno, el canadiense Jonathan De Guzmán, se quedaron si protagonismo. Igual que el italiano Giusseppe Rossi, ni siquiera una amenaza para la meta rival y que dejó el césped a la hora de partido.
El gol 100 de Ronaldo no llegó. El luso, más trabajador que acertado, se marchó de vacío. Fue el único aspecto pendiente que dejó la noche del Bernabeu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario