Con sólo 24 años, Lionel Messi es el máximo goleador de la historia del Barcelona con 234 goles en partidos oficiales y la mitad de los mismos los ha conseguido al primer toque. Paradigma del virtuosismo con el cuero y del regate callejero, los registros de Leo revelan, sin embargo, otra imagen sorprendente del astro argentino.
Ha logrado 114 goles al primer toque. Culminando jugadas colectivas, definiendo sin controlar el balón, de penal, falta, cabeza o vaselina. De sus 234 goles, cerca de la mitad son de primera. Sus abundantes recursos con ambas piernas y su velocidad mental le convierten en el más rápido. En otros 53 goles, Messi sólo ha necesitado dos toques.
Tiene 20 goles de vaselina. La parábola perfecta es una de las definiciones favoritas de 'La Pulga'. Así marcó su primer tanto como azulgrana en 2005, y del mismo modo, ante el Granada, superó el récord de César. Menos veces opta por el regate directo a los metas rivales (12).
Ha logrado también diez goles de cabeza. Su 1,69 metros no le impide tener un cabezazo letal, como ante el Manchester United en la final de la Liga de Campeones en 2009. A eso debe sumarse un gol ante el Espanyol con la mano, emulando la mano de Dios de Maradona, y el que marcó con el pecho a Estudiantes en la final del Mundial de Clubes.
Izquierdo. En el 80,3 por ciento de los goles opta por la pierna izquierda. Pese a dominar ambos pies, Lionel Messi asegura en la mayoría de casos escogiendo su zurda natural (188 goles), por sólo 34 con la derecha. El futbolista argentino, nacido en Rosario, ha conseguido 27 goles a balón parado. Desde el punto de penal (22) o de falta (5). En el último caso, en dos lanzamientos engañó al equipo rival, al lanzar cuando el portero estaba colocando la barrera. La víctima fue la misma en ambos casos: el Atlético de Madrid.
Tiene 1,2 goles por encuentro de promedio actualmente como azulgrana. Su mejor media hasta ahora. En 44 partidos ya alcanza 54 goles, superando la cifra de la pasada temporada (53 goles en 55 partidos, 0,96 de media). Hace cinco temporadas, apenas promediaba 0,4 goles, en 40 partidos.
Además logró 192 goles desde la llegada de Pep Guardiola. El técnico catalán ha sabido potenciar toda la magia de Messi, dándole libertad y rodeándole de los mejores escuderos. De 16 goles en el último año de Frank Rijkaard pasó a 38 en el primer año de Pep, 47 en el segundo, 53 en el tercero y 54 en el cuarto y actual curso, que aún no ha terminado. Nadie sabe dónde está su límite.
También quince tripletes, dos póquers (cuatro goles) y un repóquer (cinco en un mismo partido). Messi ha anotado hasta quince hat-tricks como azulgrana, seis de ellos en lo que va de temporada. Además, ante Valencia y Arsenal marcó cuatro goles. El peor parado —cabe recordar— fue el Bayern Leverkusen, al que le endosó cinco en el último partido de cuartos de final de Liga de Campeones. Nadie había logrado esa hazaña en el actual formato de competición.
Es goleador en todas las competiciones: 153 tantos en Liga, 49 en Liga de Campeones, 19 en Copa del Rey, ocho en Supercopa de España, cuatro en el Mundial de Clubes FIFA y uno en la Supercopa de España. Y de todos los equipos, el Atlético de Madrid es su víctima preferida (18 goles en 14 partidos).
El nuevo estadio - Enrique Vila-Matas
Messi ha superado el legendario récord del que, antes de él, fue el mejor goleador de todos los tiempos del Barcelona, César Rodríguez. Hace unos días, supe que el Barça estudia la posibilidad de construir un nuevo estadio y ha encontrado un modo para financiarlo. Como Messi ha pulverizado los récords de César y Kubala y siempre se dijo que este último hizo pequeño el antiguo estadio de Les Corts, pronto se empezará a decir que Messi ha hecho pequeño el Camp Nou. Pero, sin duda, se ajustaría más a la realidad si se dijera que Messi ha hecho envejecer al Camp Nou.
Me imagino al presidente Rosell anunciando un día: “Señoras y señores socios, Messi nos ha hecho envejecer. Necesitamos otro campo”. Pocos se atreverían a contradecirle, pues no hay un solo barcelonista que no haya envejecido seriamente con Messi y que, por tanto, no necesite con urgencia un campo nuevo. Es más, Messi nos ha hecho sentir que hemos envejecido, y ése es el mismo sentimiento que teníamos cuando recordábamos, por ejemplo, los ancianos y legendarios récords de César y Kubala.
Todos los que han hablado de Messi recuerdan como un chico que, sin renunciar a ser una estrella, por momentos quiere ser invisible. Es posible que estemos ante esta paradoja: uno de los deportistas más mirados y admirados del mundo prefiere no ser demasiado visto. Desde los tiempos de nuestros ancestros se sospecha que quien no es demasiado visto permanece joven. Si es así, es bien curioso observar cómo un jugador, que sólo acepta hacerse visible en el campo de juego y, por tanto, permanece joven el resto del tiempo ha hecho envejecer a su afición de una forma tan feroz que ahora está obligándola incluso a mudarse de estadio.
Enrique Vila-Matas es escritor (El País, España)
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