El Real Madrid superó una plaga de bajas por el 'virus FIFA' con un triunfo plácido pero sin alardes ante el Celta de Vigo, que sigue sin puntuar lejos de Balaídos y cayó derrotado 2-0 por los goles de Gonzalo Higuaín y Cristiano Ronaldo de penalti.
El denominado 'virus FIFA', las bajas que sufren los equipos a la vuelta de los partidos de selecciones, era la ocasión perfecta para la presencia de un canterano en el lateral izquierdo del Real Madrid. Los tres jugadores de la primera plantilla que pueden jugar en esa demarcación -el brasileño Marcelo, el portugués Fabio Coentrao y el español Álvaro Arbeloa- cayeron lesionados.
Pero Mourinho volvió a cerrar la puerta a los que vienen de abajo. No confía en ellos. No los ve preparados. Optó por un experimento que le salió bien.
El ghanés Michael Essien jugó de lateral izquierdo. Lo curioso es que brilló y fue eficaz. La plaga de bajas defensivas obligó a Sergio Ramos a repetir en el lateral derecho. El Celta no exigió a la defensa blanca. Solo Iago Aspas inquietó. Incansable en una lucha en solitario para ser el único que probó a Iker Casillas.
El balón fue del Real Madrid. Mourinho juntó a los futbolistas de más calidad de su plantilla. Dejó a Xabi Alonso solo al mando por la lesión del alemán Sami Khedira, y rodeó al centrocampista español de Modric, Özil y Kaká. La buena circulación estaba asegurada aunque se rebajó la verticalidad del fútbol de vértigo que gusta en el Santiago Bernabéu.
Buscó el gol el Real Madrid desde el inicio y llegó a los once minutos en la jugada más inesperada. Higuaín cayó a la banda izquierda en una acción que concluyó con un centro con la zurda que se envenenó hasta acabar en la escuadra de Sergio. El portero reaccionó tarde.
El camino hacia el triunfo blanco estaba abierto pero le faltó precisión en los últimos metros. Ramos tuvo dos en sus subidas habituales a los saques de esquina. La primera la cabeceó rozando el poste y la segunda, tras cesión de Pepe, la enganchó arriba con su zurda.
La valentía del Celta no se vio en el Bernabéu. Su habitual atrevimiento no se soltó en uno de esos días en los que hay poco que perder. No hiló bien ni los contragolpes que tuvo oportunidad de lanzar. La apuesta por el fútbol de Mourinho daba una posesión abrumadora al Real Madrid. Kaká, jugador de espacios, desentonaba en ataques estáticos. Y Cristiano buscaba el gol sin parar. Se suspendió en el aire tanto tiempo que remató descompensado un buen centro de Higuaín, no encontró puerta con disparos desde la frontal y la más clara la estrelló en el travesaño.
Modric disfruta en el Bernabéu. Se asocia con todos. Brillantez en la visión y efectivo en la construcción. En un primer acto de pocas ocasiones, Casillas sacó una mano abajo a Aspas salvadora. Cristiano se desesperaba pidiendo penalti a un centro que reclamó dio en la mano de Roberto Lago.
Pudo permitirse una siesta en pleno partido el Real Madrid. Fue en la reanudación. Y eso que Mourinho retiró a Kaká y quiso abrir el campo con la presencia de Di María. El Celta no lo aprovechó. Ni en los minutos de valentía de Paco Herrera cuando por minutos apostó por juntar a Iago Aspas y Mario Bermejo.
Tampoco los tuvo el Real Madrid hasta unos minutos de arreón a la hora de partido. Essien se animó incluso a asomar en ataque en su gran partido. Puso un centro medido a la cabeza de Cristiano que volvió a cabecear fuera. Un minuto después tardaba en asistir a Higuaín, solo para empujar a gol, y se desquitó con el gol que sentenciaba el duelo.
Özil irrumpió con fuerza en el área rival y Cabral le derribó tras perder la posición. Cristiano marcó de penalti y el partido concluyó. Callejón desperdició dos ocasiones para hacer más holgada la victoria y Casillas acabó realizado dos paradas de mérito que le suben la autoestima en el tercer partido liguero que deja su portería a cero.
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