El madridismo y Florentino Pérez en concreto deben estar avergonzados de lo que pasa con Neymar. Presuntamente, el club blanco tiene un preacuerdo con el jugador y está dispuesto a pagar 45 millones de euros para ficharle, pero el jugador sigue renegando del color blanco. Hace unos días alabó al Barça y a Messi y ayer mismo no quiso identificar su futuro con el Madrid. “Ya veremos lo que pasa en el futuro. No, en España no descarto nada, ni a nadie”, aseguró el jugador brasileño. Si el madridismo quería �guiños� para forzar su salida del Santos se habrá llevado otro chasco. Y la tomadura de pelo ya lleva días consumándose.
Neymar no tiene nada claro recalar en el Madrid a pesar de que su representante podría haber acordado su llegada al equipo blanco para el mes de enero. De hecho el directivo del Santos, Fernando Silva, que está en España, aseguró que “el Santos no quiere vender al jugador, pero es que el jugador tampoco quiere salir de Brasil. Las negociaciones están absolutamente paralizadas y no es verdad que haya documentos firmados. Entre el Santos y el Madrid les aseguro que no hay nada firmado”.
Este mismo directivo, que se encuentra en un torneo formativo en L�Alcudia comentó que “Neymar no debería salir del club en dos años. Si fuera por nosotros no se iría nunca, pero a Europa en dos años no debería salir. Desde muy pequeño ya se veía que iba a ser un jugador diferente e importante y así ha sido”.
El Madrid esperaba anunciar la incorporación de Neymar esta misma semana, pero Florentino Pérez comienza a tener claro que no va a poder fichar al jugador ni ahora, ni en el mes de enero. Y eso que el club blanco considera que su fichaje es estratégico por su juventud y por la imagen del jugador, que está acostumado a conseguir varios patrocinadores.
El culebrón todavía no ha acabado, aunque el Madrid sí que le ha pedido al entorno del futbolista que Neymar pare de hablar y que no realice ningún tipo de declaraciones que puedan enturbiar su imagen en el madridismo. Por lo que ha dicho hasta ahora, queda claro que el futbolista tiene muy pocas ganas de vestir de blanco.
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