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miércoles, 27 de abril de 2011

Zona merengue - Dialéctica alba

Marco Zelaya - Periodista

Como en el cuento Por un bistec de Jack London o como en el filme Cinderella Man de Ron Howard, las historias de los boxeadores Tom King y James J. Braddock apasionan más porque, cuando acaso ya nadie daba nada por ellos, se levantan de las cenizas, resucitan, para acariciar nuevamente la gloria. Aprendemos, entonces, que nunca nada está perdido, que lo propiamente humano es comenzar: cada día sale el sol, la vida es una página en blanco.

Cuando el ambiente se calienta antes del partido de ida por la Champions de esta tarde, tras el choque verbal entre Mou (“Guardiola critica el acierto del árbitro. Es algo que nunca había visto en mi vida”) y Pep (“José es el puto amo en la sala de prensa”), conviene reparar en el tramo avanzado: los rounds disputados hasta la fecha tienen una dialéctica interna.

La tesis es un Barça que, por sus enormes méritos, ha partido como favorito; con sus rutilantes estrellas, que son la base de la Selección campeona del mundo, con un estilo –una escuela- impecable de juego, el equipo de Guardiola hasta podía decir -cosa que no hizo, porque reconozcamos que no es lo suyo- como Luis XIV: “El Estado soy yo”.

La antítesis es un equipo con mucho pasado, el Real Madrid, pero que en el último tiempo caminaba sin norte, hasta que llegó un DT que, según dicen, llega a las 8:00 al campo de entrenamiento, se toma más de una hora para leer los periódicos –porque la guerra se libra en todos los frentes- y el resto del día para poner en práctica un esquema defensivo, pero que da los resultados para salir a flote.

Lo que viene, entonces, es una síntesis, porque de esta lucha de contrarios tiene que salir algo nuevo, que será beneficioso para el futuro del fútbol.

Braddock se corona campeón, lo cual le permite salir de la miseria, pero Tom King maldice no haber contado con unos centavos para comprar un bistec, porque, casi con el estómago vacío, pierde la pelea, después de adjudicarse la gloria de los primeros asaltos, ante un rival más joven y mejor alimentado, por lo cual acaba llorando, ante un futuro incierto, en la banca de una plaza. En el fútbol, como en el boxeo y como en la vida, todo puede pasar.

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