El chileno Alexis Sánchez, la gran baza de Pep Guardiola en el Bernabéu, dinamitó el Clásico, tumbó a Real Madrid y devolvió la confianza al FC Barcelona, que se situó como nuevo líder de la Liga.
Se marchó feliz Barcelona a Japón al Mundial de clubes. Con los deberes hechos, primero en la tabla, empatado a puntos y con un partido más, pero con el triunfo moral ante su eterno enemigo. Un resultado que genera ahora confianza en el Camp Nou.
El FC Barcelona pudo irse con algún tanto más. Estuvo cerca de la famosa 'manita', los cinco goles con los que suelen picarse ambos clubes desde siempre. Ganó con solvencia y con el método Guardiola siendo clave.
El laboratorio de Pep fue más inteligente que nunca. Moviendo a Alexis, primero en el costado izquierdo, luego al centro en el vértice de su rombo. Un festival, en suma de un Barcelona, que sin ser perfecto como antes, sí demostró una superioridad manifiesta.
Hay detalles que hacen saltar por los aires las pizarras tácticas. Son los imprevistos. El FC Barcelona se encontró con un error infantil de Víctor Valdés a los 25 segundos. Un regalo que mandó Benzema a la red. De forma increíble e inesperada, Real Madrid se ponía por delante.
El FC Barcelona, sin embargo, no se vino abajo. Apagó el ordenador y volvió a reiniciar su programa. Comenzó poco a poco a incrementar su posesión y apareció Leo Messi. A los siete minutos, un disparo suyo cruzado lo sacó Iker Casillas, como de costumbre, con una mano imposible. Era el primer mensaje de la noche. Donde Valdés no encontraba su premio, Iker mantenía su cartel de portero soberbio.
José Mourinho innovó de entrada. Dio su toque de entrenador de autor al Clásico. Puso a Fabio Coentrao en el lateral derecho. Apostó por un zurdo a banda cambiada para tapar mejor la salida de Alexis hacia el interior.
Todos los futbolistas que maneja Pep Guardiola en la banda izquierda son diestros: Alexis, Villa, Pedro e Isaac Cuenca. Y jugara quien jugara, Mourinho tenía ese plan dibujado.
Sin embargo, lo que no pudo detener Real Madrid fueron las diagonales de Alexis Sánchez. El chileno mostró carácter, valentía y personalidad. Demostró que es un futbolista de fuste, de altos vuelos.
En un desmarque hermoso, leyó el fútbol de Leo Messi y aprovechó un pase espectacular del argentino para batir con un disparo seco y preciso a Iker. Era el 1-1, que ponía justicia al partido.
Barcelona nunca renunció a su estilo. Continúa con su toque, eso sí, sin la misma precisión y la velocidad de circulación de otros tiempos. Aún así, al equipo azulgrana le dio aún para jugar y ganar con autoridad en el Bernabéu.
Pep Guardiola confió en la vieja guardia en el centro de la zaga -Piqué y Puyol-. No atraviesa Piqué su mejor momento. Pero los galones cuentan. Puyol dio la cara. Firmó un partido sobresaliente.
En el segundo tiempo, el FC Barcelona fue mucho mejor. Pep Guardiola dejó su sello. Alexis actuó de falso delantero centro. Y Cesc se echó a la izquierda. No pudo nunca desactivar Mourinho esa jugada de ajedrez de Pep.
En ese escenario, primero Xavi, con un golpe de suerte, se encontró con Marcelo en el camino en el 1-2, y posteriormente Cesc Fábregas aumentó la cuenta con un cabezazo tras un espléndido servicio de Dani Alves desde el carril derecho.
Mourinho cambió hombre por hombre en la misma demarcación. Entró Khedira por Lass -con una tarjeta- y Kaká por Ozil. Luego, Higuaín intentó poner fuelle por Di María. Barcelona ganó el partido en el centro del campo.
Madrid se hundió sin reacción. Barcelona se llevó una victoria solvente. Y ahora de líder, ve la Liga de forma diferente. Ahora sí ve el título más cerca. El campeonato sigue emocionante. Y el partido de vuelta en el Camp Nou volverá a ser un nuevo partido del siglo.
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