Lo único seguro es que el equipo empieza por Víctor Valdés y acaba por Leo Messi. El resto del once puede variar de un partido a otro, en función del sistema, el estado de forma de los jugadores o las características del rival.
En realidad, Pep Guardiola tiene a 'quince magníficos' para definir su dibujo, que muta del 4-3-3 al 3-4-3, como si tal cosa, dependiendo del escenario y de las exigencias del juego, pero sin traicionar nunca la esencia de su fútbol.
Este inacabable fondo de armario empieza por la defensa. Hasta cinco zagueros de garantías maneja el técnico azulgrana para formar esa primera línea de tres o cuatro efectivos.
Gerard Piqué y Carles Puyol son los dos centrales con mayor jerarquía del equipo, y la pareja titular en la selección española. Piqué pone la clase, la salida del balón y divide el juego tanto en corto como en largo. Puyol aporta la garra y es el que se encarga de salir al cruce y cubrir los espacios. Ambos dominan además el juego aéreo.
Javier Mascherano, un disciplinado mediocentro argentino de corte defensivo reciclado a central, y el francés Eric Abidal, un portento físico por banda izquierda, son fijos en la defensa de tres.
El brasileño Dani Alves, un veloz lateral todoterreno, es titular indiscutible en la de cuatro y también puede aparecer en el once cuando el equipo juega con tres zagueros, ya sea como el central que cubre el flanco derecho o reciclado como interior por la misma banda.
La defensa de tres permite a Guardiola incorpora un hombre más en la medular, con un rombo como punto de partida que muta en mil y una formas cuando el equipo recupera el balón. Los vértices, para Sergio Busquets, el pivote defensivo con más rigor táctico y visión futbolística a un toque, y Cesc Fàbregas, el centrocampista con más llegada y el que mejor combina con Leo Messi en la línea de tres cuartos.
Completan el rombo, a derecha e izquierda, respectivamente, Xavi Hernández, el cerebro, el director de la orquesta, el jefe de todo esto, y Andrés Iniesta, el socio de todos, el centrocampista más imprevisible e imaginativo del conjunto azulgrana.
En la punta de ataque, Guardiola cuenta con cuatro jugadores para tres puestos. Messi, el mejor jugador del planeta, parte como falso '9', pero se mueve por el campo para hacer y deshacer a su antojo.
A su lado, puede aparecer el olfato goleador de David Villa, el oportunismo y el despliegue de Pedro Rodríguez o la electricidad y potencia de Alexis Sánchez, junto a Cesc el fichaje estrella de la temporada.
Por si fuera poco, estos 'quince magníficos' tienen compañeros detrás esperando su turno: el joven Thiago Alcántara, un virtuoso del balón que puede actuar en cualquier zona del centro del campo, el maliense Seydou Keita, que pone el músculo y el sentido táctico al servicio del equipo, o el polivalente Adriano Correia, que puede jugar en cualquiera de las dos bandas y que se desenvuelve con igual acierto de lateral o de extremo.
Da igual los nueve que acompañen al Dios Messi y a Valdés, un portero que ya ha batido todos los récords en la historia del Barça y que destaca por su dominio del uno contra uno y su criterio a la hora de jugar el balón con los pies.
Juegue quien juegue, el equipo no se aparta ni un milímetro de su libro de ruta: presión asfixiante sin balón para recuperarlo cuanto antes y lo más cerca posible de la portería rival y, a partir de ahí, fútbol asociativo a uno o dos toques, ritmo infernal, movilidad en todos los flancos del ataque, una perfecta lectura de los espacios y una brutal velocidad de ejecución de todo lo que hacen.
Ese es el 'sello Barça'. Una idea de fútbol coral y 'quince magníficos' -y alguno más- para ejecutarla. Guardiola sabe que las piezas se pueden reemplazar, que el dibujo puede mutar, pero que el estilo que les ha convertido en el mejor equipo del mundo jamás se negocia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario