El Real Madrid ya conoce su rival por un puesto en la final de la Champions League. Nadie dijo que sería fácil. Y menos con los cuatro colosos que comparecían en este sorteo. Al final fue el Borussia Dortmund, evitando así al coco del Bayern de Múnich. Una pequeña concesión de Ruud Van Nistelrooy, con el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu además. Dejando así también las puertas abiertas, este año también, a una gloriosa final española.
No hay favoritos. No en esta ronda y con estos contendientes. Si acaso lo sería el Borussia, que le ha zarandeado en la fase de grupos. El fútbol español debe aprender a no menospreciar a sus rivales, a tener el recuerdo de la pasada Champions bien presente. Los supersticiosos seguro que se acordarán de las semifinales de la Séptima. No son las mismas etapas, ni los mismos equipos. E igualmente, tampoco este Madrid es el mismo conjunto que el de principio de temporada, que se vio sorprendido por el Borussia. Todo está abierto a cualquier posibilidad por tanto.
No obstante, al Real Madrid ya le tenía que dar igual el rival que le tocara en suerte. Está a tres partidos de alzar la Décima, el que es su gran objetivo de esta temporada con la Liga ya diluida, y se tiene que medir a dos de los otros tres equipos que comparecían en el sorteo. Fuera en el orden que fuera. Empezando por estos 180 minutos iniciales ante el Dortmund. Dos partidos diseñados para ser la guinda a un trienio relativamente exitoso, la justificación a un trayecto más que abrupto hasta una nueva final de Champions, el broche al que seguramente sea el final de una época con José Mourinho al mando.
Fue uno de los objetivos por los que llegó a Concha Espina. El de alzar un título de nuevo y el de romper el monopolio del Barcelona ya los había conquistado. Ahora falta el de volver a reinar en Europa, el más complicado de todos. Sin él, la obra del técnico de Setúbal seguirá incompleta. Por no decir que finalizará incompleta. Y todo pasa por el Borussia Dortmund.
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