A Guardiola se le ha agotado la paciencia con Piqué y no piensa tolerarle ni una más. Lejos queda ya cuando le pidió que debía ser el líder del equipo ante la lesión de Puyol. Entonces respondió. Ahora no es ni la sombra. Pep ya le advirtió cuando hizo público su romance con Shakira que debía tener cuidado con su vida personal. Pues bien, a lo largo de esta temporada sucedieron varios capítulos que no han gustado al técnico y que se han agravado con las actuaciones del central, cuya culminación fue el pasado fin de semana en Pamplona, en el que erró en los tres goles de Osasuna. No es el primer toque que le da el técnico. El pasado 23 de noviembre ya le dejó fuera ante el importante partido en Milán. A pesar del fuerte potencial aéreo de los italianos y de la necesidad de ganar para asegurar la primera plaza.
Otros hechos. Y se sucedieron otros, cuando fue el único titular al que convocó para jugar el intrascendente partido ante el BATE Borisov. Fue la manera de decirle que no le había gustado la forma en que había forzado la quinta tarjeta amarilla, ante el Rayo Vallecano. El objetivo era claro: No jugaba ante el Levante por la consiguiente sanción y se aseguraba ir al Bernabéu. Pep se lo recriminó y le hizo vivir una semana como los suplentes.
Incluso se llegó a especular con la posibilidad de que no le hiciera jugar ante el Real Madrid. Y la tercera llegó este martes. Con las fotos recientes corriendo en karts, sabiendo que en verano había hecho rafting y moto acuática (los deportes de riesgo están prohibidos) y el mal partido en Pamplona.
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