Leo Messi no sólo está batiendo récords día a día porque sea muy bueno, sino que la velocidad con la que los está devorando tiene que ver con su físico privilegiado: no se lesiona.
La última lesión grave que sufrió el delantero azulgrana fue hace nada menos que cuatro temporadas. Ocurrió en un partido de Champions ante el Celtic, un 4 de marzo del 2008. El delantero sufrió una rotura fibrilar del bíceps femoral de la pierna izquierda y salió del campo llorando a lágrima viva. Estuvo seis semanas de baja y volvió para enfrentarse al Manchester United, que eliminó al Barça de la competición.
Unos meses antes, en diciembre de 2007, había sufrido exactamente la misma lesión en un encuentro ante el Valencia en Mestalla, y estuvo un mes y medio alejado de los terrenos de juego. Su lesión más grave hasta el momento fue en 2006, cuando en un Barça-Zaragoza se rompió el quinto metatarsiano del pie izquierdo y estuvo tres meses fuera de juego. Las lesiones, que perseguían al jugador en sus primeras temporadas en el Barcelona, pasaron a la historia con la llegada de Pep Guardiola al equipo culé.
El técnico azulgrana revolucionó los hábitos de la plantilla. Impuso que los jugadores comieran en la Ciudad Deportiva después de los entrenamientos matinales y los jugadores recibieron consejos de nutricionistas. Los cambios también llegaron a los entrenamientos.
Con Guardiola llegó un equipo de ‘fisios’ de su confianza que tenían todo ideado al milímetro. Es evidente que el cambio le funcionó a Lionel Messi, porque no volvió a lesionarse.
Messi declaró el jueves que sólo se trata de un golpe y despejó dudas sobre la seriedad de la situación, aunque reconoció que por el dolor que sintió el miércoles llegó a pensar "lo peor".
El delantero argentino necesita un gol para empatar el récord de 85 en un mismo año que impuso el exatacante alemán Gerd Mueller en 1972.
El pisotón de Ujfalusi
El único contratiempo que sufrió el argentino durante la etapa de Guardiola en el banquillo, y su última lesión, fue el 19 de septiembre del 2010, hace ya dos años. Y no tuvo nada que ver con una lesión muscular. Fue debido a una dura entrada de Tomas Ujfalusi en un choque en el Calderón. Messi se retiró con el tobillo muy hinchado y se temió lo peor, pero ya entonces demostró que es de goma. Sólo sufrió una distensión de los ligamentos laterales del tobillo derecho y en 10 días estuvo de nuevo listo para jugar.
Esta temporada no había sufrido ningún percance. Pese a jugarlo todo y el peligro que conllevan, por el cansancio muscular, los largos viajes con su selección, el argentino sólo se ha perdido los encuentros de Copa ante el Alavés y fue suplente en Getafe. Después, precisamente, de un viaje con la Albiceleste. Cuando salió en la segunda parte marcó dos goles, por cierto.
Ahora, y pese al gran susto que sufrió ante el Benfica, parece incluso que no está descartado para jugar en Sevilla contra el Betis mañana.
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