El pasado jueves cumplió 30 años uno de los mejores futbolistas de la historia. Un hombre hecho a sí mismo. Un futbolista nacido de la pobreza, en una isla perdida para medio mundo, Madeira. Desde allí quiso triunfar en la vida. En el futebol. Sacar a su madre de la pobreza. Tuvo que trasladarse a Lisboa para darse a conocer. Si no hubiera salido de Funchal, no habría llegado a nada, porque nadie le habría visto jugar a los catorce años con esa garra, esa valentía, esa ambición.
Detrás del foco de la estrella se esconde un trabajo imparable de quince años, desde los catorce, para llegar a ser el mejor futbolista del mundo. Tras las bambalinas de las dos Champions, de los tres Balones de Oro, de las Botas del mismo metal y de los premios a máximo goleador hay un hombre que se dedicó desde niño, en su barrio de Funchal, a intentar ser el mejor futbolista de Portugal.
Cuando tenía doce años ya quería ser Figo. Llegó a jugar con él esa Eurocopa del 2004 que su selección dejó escapar en su país. Inolvidables las lágrimas del joven Ronaldo, con 19 años, al perder la final en Lisboa frente a Grecia. En casa siempre escuchó hablar de Eusebio, Torres, Coluna. Quería ser uno de ellos. Y lo es. Incluso los ha superado. Es el mejor futbolista del mundo. Es la historia de una superación constante.
“Para mí es el mejor futbolista de la historia. Nadie dedica las veinticuatro horas de cada día de su vida a prepararse para ser el número uno”, afirma su apoderado, Jorge Mendes, que se hizo con sus derechos cuando tenía 16 años. Le vio jugar y supo que ahí existía un diamante.
“Su secreto es que siendo el mejor del mundo podría rebajar esa presión en su trabajo y nunca lo hace. Se entrena tanto o más que nadie. Lo tiene todo y sigue trabajando como si no hubiera obtenido nada. Eso le hace único”, indica.
Ancelotti desvela un secreto que Mendes vio hace muchos años. “El secreto de Cristiano es que compite consigo mismo, se reta”. Un compañero del plantel define perfectamente ese ansia de ser el número uno.
“Él mismo es su mayor enemigo porque se insulta y se critica cuando falla, como si tuviera dos personalidades en una”. Es su autoengaño para querer ser el mejor cada día. No puede parar. El día que se aburguese, se acabó. “Pero nunca se aburguesará, jugará así hasta que las piernas le digan basta”, señala otro futbolista.
“Se retirará a los 38 años, ya verá, solo piensa en fútbol”, dice otro jugador del equipo, corroborando el pronóstico de Mendes. Su clave es que hoy trabaja como cuando era un adolescente. El jugador forjó esta dura andadura hasta la gloria con sacrificio.
Una cirugía pudo ser el fin de su carrera
A los quince años, Cristiano vivió un momento trágico, decisivo para el futuro de su vida. Ya pertenecía al Sporting de Lisboa.
Todo se podía acabar cuando se le detectó un problema de corazón que pudo retirarle del fútbol. El Sporting informó a su madre, Dolores dos Santos, de su dolencia cardíaca. Necesitaban su permiso para operarle y ver si el problema tenía solución o había que colgar las botas a los 16 añitos.
Doña Dolores dio permiso para la intervención quirúrgica. Se le operó con láser. Todo salió bien. Ya no había lesión. Podía continuar su sueño de ser futbolista.
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