Neymar es el rey del mundo. Al menos hasta que Leo Messi y Cristiano Ronaldo vuelvan a escena. Así ha quedado demostrado en la recién acabada Copa Confederaciones, torneo que le ha elevado a los altares y le ha puesto a la altura de los otros dos gigantes del fútbol mundial. Los tres estarán en España la próxima temporada.
Neymar ha confirmado en la Copa Confederaciones lo que el Barcelona sospechaba cuando lo fichó y lo que el Real Madrid barruntaba cuando intentó llevárselo: es un número uno. Mucho más que un buen cromo o un instrumento de marketing. Neymar es un jugador que decide partidos y gana títulos.
Su primer gran torneo con Brasil ha sido para enmarcar. Ni adaptación al fútbol europeo, ni falta de musculatura, ni nada. Neymar ha hecho lo que ha querido con sus rivales en los cinco partidos que ha disputado. Con el 10 a la espalda, dorsal que lejos de pesarle le queda como un guante, ha ido ganando todos y cada uno de los partidos de la Seleçao en este campeonato.
Ante Japón marcó el primer gol del partido con un derechazo a la escuadra, ante México abrió el marcador con una volea con la zurda, ante Italia deshizo el empate con una falta lanzada de manera magistral, ante Uruguay dio los dos pases de gol y ante España en la gran final cerró su recital con un gol colosal y otra asistencia. Cuatro goles y cuatro asistencias para convertirse en el mejor jugador del torneo. Indiscutible.
La imagen de Neymar al abandonar Maracaná era espectacular. Los premios se le caían de las manos, literalmente hablando: medalla de oro colgada al cuello, maletín con el Balón de Oro en la mano derecha, maletín con la Bota de Bronce en la izquierda y el premio al mejor jugador del partido bajo el brazo derecho. Tenía que hacer malabares, de esos que acostumbra a hacer sobre el césped, para hablar ante las cámaras con tanto galardón, pero no cedía ni uno. Todos quería portarlos él. “En el bus tiene los otros tres MVP que ha conseguido”, decía Rodrigo Paiva, jefe de prensa de Brasil. En total, Neymar se lleva siete trofeos para sus vitrinas, aunque lo más importante para él es la sensación de haber dado un golpe encima de la mesa de los que ponían en duda su rendimiento en las grandes citas.
Exultante
Pueden imaginarse cómo estaba Neymar al término del partido. Emocionado. A sus 21 años, está en lo más alto del mapa futbolístico. Junto a Cristiano Ronaldo y Leo Messi. Le preguntaban por estos dos jugadores y evitaba cualquier comparación, pero no podía ocultar su satisfacción por lo que acababa de lograr, además, ante un rival como España, equipo al que le tiene un gran respeto.
“Es un momento de máxima felicidad, en el que casi no puedo explicar lo que siento. Jugar en Brasil, en Maracaná, ganar el torneo, ser elegido el mejor jugador… Es uno de los días más felices de mi vida, es imposible que las cosas me puedan salir mejor”.
Neymar, que saludó uno a uno a todos los jugadores de la selección española al acabar el partido, confesó que sintió una enorme emoción al recibir el premio al mejor jugador del torneo al lado del que es uno de sus ídolos y que pronto será su compañero de vestuario: Andrés Iniesta. “Ha sido una emoción muy grande. El premio va para todos mis compañeros, porque sin ellos no hubiera sido posible, pero recibirlo al lado de un jugador como Iniesta ha sido espectacular. Me ha dado la enhorabuena y para mí ha sido algo realmente emocionante”, aseveraba con humildad.
Pentacampeones
Neymar, que aseguró que ahora necesita descansar pero que al mismo tiempo está deseando que empiece su nueva aventura en el Barcelona, aseguró que lo más importante de este triunfo es reivindicar a la selección brasileña: “Muchos pensaban que era imposible que ganáramos. Pues aquí está el título. Siempre hay que confiar en el fútbol brasileño, porque para eso tenemos cinco estrellas en el pecho de la camiseta y tenemos grandes jugadores. Estamos listos para ganar nuestro Mundial, aunque sabemos que no va a ser fácil”.
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