Lionel sufrió una sequía de gol en 2010, la misma que Ronaldinho en 2006 y Figo en 2002. Ronaldo tuvo una crisis cardíaca y Baggio falló un penal clave. El que llega con el premio a la Copa Mundial de la FIFA, sufre
El marcador de la final de la Copa del Mundo de 1994 terminó en cero y los penales decidirían quien ganaría el título. Brasil e Italia, dos íconos en mundiales, se disputaban la gloria en Los Angeles.
Esa tanda tuvo de todo. Desvios, atajadas, y por supuesto goles, que pusieron contra las cuerdas a Roberto Baggio, el Balón de Oro de 1993. Tenía que patear el quinto penal de su equipo, el décimo de la definición. Si no convertía, el título se festejaría en portugués.
Una vez que el balón pasó por arriba del travesaño, Baggio se colocó las manos en la cintura, se petrificó por un momento y se dio vuelta para mirar con dolor a sus compañeros, y a la vez, ver como los jugadores brasileños corrían por todo el campo.
La maldición del Balón de Oro es una constante a lo largo de la historia del fútbol que no entiende de cracks o grandes futbolistas. En vísperas de la próxima Copa del Mundo de Brasil, el galardón hoy va tras los pasos de Messi y su intención de ser premiado por quinta vez consecutiva. Si no es él, lo sufrirá Cristiano Ronaldo, Franck Ribéry o cualquiera de los 23 preseleccionados.
Quizás la presión de demostrar por qué se está por arriba del resto, el tener que sobresalir en cada juego, los marcajes más férreos de los rivales, o simplemente una especie de racha negativa que se extendió a lo largo del tiempo, puedan explicar el fenómeno. Jamás quien llegó como el mejor de todos, fue el campeón del mundo.
Nadie estuvo tan cerca como Baggio. Porque Ronaldo, el brasileño que se quedó con el trofeo que entrega la FIFA y France Football en 1997 y no se consagró al año siguiente, la pasó peor. La noche anterior a la final, sufrió un crisis cardíaca con desmayo y convulsión incluida.
Llegó al partido decisivo ante Francia con malestar, fiebre y todo tipo de síntomas que no coincidían con el excelente rendimiento que había mostrado a lo largo del campeonato. El máximo goleador de todos los mundiales se rehusó a no jugar el partido y Francia se consagró campeón del Mundial 1998 al golear 3-0.
Lo que siguió después es más del mismo mal que atenta contra los distinguidos. Ronaldo tuvo su revancha en 2002, fue goleador y campeón con Brasil. Pero Luis Figo, el portugués elegido Balón de Oro el año anterior a la cita que unió a Corea y Japón, no pasó de primera ronda y tampoco marcó goles con Portugal.
En 2006 le tocó el turno a Ronaldinho, balón de Oro en 2005, tras brillar en el Barcelona. Quedó eliminado con Brasil en cuartos de final, tampoco pudo convertir y sus actuaciones fueron poco convincentes en la Copa del Mundo de Alemania.
En ese torneo Lionel Messi daba sus primero pasos mundialistas, y marcó un gol ante Serbia sin ser titular en el equipo y con apariciones siempre desde el banco.
Luego de ese campeonato ganó todo con el Barça: 12 títulos locales y 8 internacionales. Se transformó en una maquina de romper y acumular récords. Fue Balón de Oro en 2008 y 2009. Marcó 118 goles en cuatro temporadas y llegó a Sudáfrica 2010 como el mejor del mundo.
Pero por más que haya sumado remates a gol, nunca concretó en tierras africanas. A pesar de ser el eje del equipo, y jugar los 450 minutos que la Selección Argentina estuvo en cancha, se fue en cero en cuartos de final ante Alemania.
La maldición conocerá su próxima víctima en la ceremonia del Balón de Oro de la FIFA que se televisará, en directo, el 13 de enero de 2014 desde el Palacio de Congresos de Zúrich. Tiemblan las estrellas.
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