«Injusticia», «el fútbol es así», «sin la suerte de cara cuesta más»... Luis Enrique sigue instalado en su círculo de optimismo, pero parece que existe alguna grieta por donde se cuela la negatividad. De lo contrario no hubiera liberado al gruñón que hacía tiempo que no aparecía cuando le preguntaron si había afectado la preparación física. De hecho, respondió con nulos modales al periodista Víctor Malo, al que intentó ridiculizar "¿Cómo es tu apellido?... Siguiente pregunta", espetó el técnico. Una grave falta de respeto y ningún tipo de autocrítica. Nada nuevo bajo este sol. Así ha sido siempre con él. No, no parece que el Barcelona tenga el pulso en perfectas condiciones, aunque el técnico azulgrana mantenga su discurso con soflamas en el momento más delicado: con un punto de 12 en el zurrón, empatado a 76 puntos con el Atlético y tras sumar la séptima derrota del curso. Una más que en el anterior.
Da la sensación de que Luis Enrique era el único capaz de reconstruir a este Barça, pero también el único que puede derrumbarlo. Aunque no ofrezca los motivos para entender este instante de flaqueza. Habla el técnico de injusticia ante el Valencia porque su escuadra tuvo «una respuesta magnífica». «Tuvimos ocasiones muy claras, pero sin la fortuna necesaria para encarrilar el partido. No ha podido ser y se escapan tres puntos que serían justos, pero el fútbol es así», indicó. Que nadie busque análisis en profundidad o respuestas en público. No va con él. Y menos, frente a cámaras ajenas.
¿Qué le ocurre al Barcelona? «Debemos mejorar muchas cosas. No es un día para criticar a mis jugadores, pero sí para elogiarles. Hay que aceptar perder. Afrontamos un reto maravilloso: cinco partidos que si ganamos, somos campeones. Un reto único y difícil por la situación en la que estamos. Sólo queda levantarse, dependemos de nosotros, pero se acabó el crédito», responde. «Si hay un equipo capaz de hacer eso, y más, es éste. Aunque en una situación más difícil de lo habitual», remata.
Sin cambios
¿Y de qué debe tirar su equipo? «De juego, de amor propio... De cualquier cosa, de cualquier adjetivo calificativo positivo. De unión de los jugadores, de rebeldía ante la adversidad, y no lamentarse si fallamos una ocasión hasta darle la vuelta a esta situación». Ahora bien, sin hacer sustituciones porque «éramos superiores y no merecían ser cambiados». No es la primera vez que sucede este curso.
Por si fuera poco, la puntería es el problema sintomático de este equipo. Si antes goleaba casi sin querer, ahora totaliza cuatro dianas en cinco partidos. Cuesta horrores. «En las últimas jornadas llevamos tres derrotas y en 30 teníamos dos» en el campeonato, ya que en total el Barcelona acumula siete este curso (una más en la Champions que costó la eliminación y otra en la Supercopa de España).
¿Y el físico? No en vano, fue la cuestión que sacó de quicio al preparador asturiano. «Todos los partidos acabamos mejor que el rival, físicamente estamos muy bien», apela Gerard Piqué, quien se une a la teoría de su entrenador. Vencer en los cinco encuentros que restan, no fallar y conquistar el título. «No hay que lamentarse, quedan cinco partidos y debemos ganarlos. Debemos jugar como ante el Valencia. Si lo hacemos, seremos campeones. El fútbol puede quitarte un partido, pero ninguno más, la pelota acabará entrando y ganaremos», resumió de forma contundente.
Sigue teniendo fe este Camp Nou en ese Barça que maravillaba. En ese equipo que vencía con tan sólo chasquear los dedos y que ahora escucha crujir sus rodillas de tanto hincarlas en el césped. Aunque existan indicativos que hagan pensar en el pesimismo, el que no pregona con sus palabras Luis Enrique. Pero sí con ciertos actos.
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