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domingo, 23 de abril de 2017

Real-Barcelona, un partidazo para decidir o apretar la Liga



Real Madrid y Barcelona se vuelven a ver las caras en un nuevo Clásico. En esta ocasión, en juego está ni más ni menos que gran parte de la Liga.

Una victoria blanca e incluso un empate dejaría el campeonato doméstico visto para sentencia a falta de cinco jornadas, pero un triunfo de los azulgranas avivaría y de qué manera la lucha por el trono liguero. La situación actual es la siguiente: los de Zidane suman 75 puntos y un encuentro menos que los culés, que tiene 72 puntos.

A priori, estando ya en la jornada 33, parece un escenario más que favorable para los intereses merengues, pero si esta Liga se ha caracterizado por algo es por la poca fiabilidad de los de arriba, especialmente a nivel de juego. Aunque cierto es que el Real Madrid está donde está por la capacidad que tiene de ganar a veces sin querer. Así pues, el Clásico, a parte de la eterna rivalidad que hay entre estos dos conjuntos, no se lo puede considerar como un partido intrascendente para el devenir de la Liga.

Los blancos llegan al choque en un gran estado anímico y sabiendo que están ante una oportunidad única de no solo rematar una competición que ansían ganar tras haberla conseguido solo una vez en los últimos ocho años, sino también de coger impulso de cara a la durísima eliminatoria de Champions ante el Atlético, en lo que será el último paso a dar antes de la final Cardiff. Tras el épico cruce ante el Bayern, en el que se vivió un segundo asalto de esos que quedan en la memoria de afición del Bernabéu, toca cambiar radicalmente de chip para hacer frente ni más ni menos que a un Clásico que puede darles virtualmente el título liguero.

Zidane contará con toda su plantilla y pese al desgaste acumulado de la batalla contra los bávaros, todo indica a que el técnico francés optará por un equipo prácticamente calcado al del último encuentro. La única duda reside en saber si la BBC estará al completo, ya que Bale es duda pese a que ha estado entrenando con el grupo estos últimos días. En todo caso, lo de buscar soluciones en el banquillo no es precisamente un problema para el Madrid e Isco puede ocupar su lugar, y de forma más que merecida tras su brillante actuación en el Molinón.

Para los de Chamartín hay dos resultados favorables, tanto la victoria como el empate les sirve para agarrar casi de forma definitiva la Liga. Sin embargo, para los azulgranas es un partido de cara o cruz, o se gana o se dice adiós. Los de Lucho están obligados a sumar los tres puntos en el Bernabéu si quieren seguir luchando por el trono liguero. Una victoria supondría volver a presionar al líder y recuperar la esperanza de un posible pinchazo del conjunto blanco.

Además, ganar un Clásico es la mejor cura para recuperarse de un golpe como es caer eliminados de los cuartos de Champions por segundo año consecutivo, y esta vez, a años luz del rival. La vuelta en el Camp Nou dejó claro que la actuación de los culés en Turín no entra dentro de la normalidad y que el Barça puede hacer las cosas mucho mejor, pero no fue para nada un chute de autoestima de cara al partido frente al Madrid, ya que ni tan solo fueron capaces de marcar un gol que pusiera en tensión a la Juve.

Los azulgranas llegan, por lo tanto, en un momento totalmente distinto al del rival, y por si fuera poco, no podrán contar con casi toda seguridad con el que fue el jugador más lo intentó en el pasado encuentro, Neymar. El brasileño sigue cumpliendo el ciclo de la sanción que recibió por faltar el respeto al colegiado en la Rosaleda y a expensas de lo que anuncie el TAD, no podrá estar con sus compañeros en el césped del Santiago Bernabéu. Alcácer parece el mejor colocado para ocupar su lugar.

Será un choque trascendental, un partido que marcará lo que resta de temporada. Todo lo que no sea una victoria culé permitirá al Madrid acariciar y de qué forma la Liga, y por lo tanto, tomarse las jornadas que restan como una dosificación para estar frescos en el doble duelo ante el vecino. Pero los de Lucho tienen en la mano salvar la temporada, seguir luchando por los títulos que tienen al alcance y no tener que estar un mes con solo la final de Copa en el horizonte. Y luego está, obviamente, el factor sentimental. El orgullo de poder ganarle a tu máximo enemigo, dejándolo en la lona o profanando su casa una vez más.

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