El Real Madrid encontró, con el beneplácito del modesto Malmoe, la goleada deseada en un encuentro sin tensión al que supo añadir una buena dosis de competitividad para vapulear a su rival con póquer de goles de Cristiano Ronaldo y triplete de Benzema, e igualar el triunfo más holgado de la historia de la Liga de Campeones, que también correspondía a Rafa Benítez (8-0).
El pase sellado a los octavos de final como primero de grupo no frenaron las ganas de recuperación de un Real Madrid que es consciente de la importancia de cualquier victoria tras levantarse del duro golpe del Clásico. Dejó señalado a Rafa Benítez, que sigue encontrando el silbido de su afición antes del encuentro, e intenta ganarse al madridismo con planteamientos más ofensivos. Su equipo marcó ocho tantos para igualar un registro que solo había conseguido en la competición de clubes más prestigiosa el Liverpool.
Con rotaciones, dando descanso a jugadores como Modric, Kroos o Bale, la apuesta de Benítez fue buscar una goleada con la actitud que demanda la Liga de Campeones. Recuperó el desequilibrio con balón que provoca Isco, la continua búsqueda del gol de Cristiano Ronaldo y los tantos que curan heridas a Benzema.
La inocencia del Malmoe marcó el duelo. No se encerró en su terreno, ni plantó defensa de cinco hombres para tapar espacios.
Superado por un escenario como el Bernabéu en su adiós a Europa y el cierre de una campaña discreta tras pasar de campeón de la liga sueca a quinto clasificado final. La presión alta del Real Madrid, la recuperación del balón siempre en terreno rival, laterales de largo recorrido y movilidad en la posesión marcó un primer acto de color blanco. Benzema y Cristiano probaban suerte nada más arrancar el partido.
No tardaría el francés en instalarse en un dulce momento. Tras su doblete al Getafe firmó otros dos tantos en su competición preferida. Ronaldo clave en ambos recordando viejos tiempos en el Manchester United. El primero a los doce minutos en banda izquierda, retando a Rakip a un cara a cara para marcharse por velocidad poner el centro raso a Isco, cuyo remate fue sacado en boca de gol por la zaga del Malmoe y quedó a placer para marcar a Karim. El segundo con un centro medido desde el costado derecho. De esos que pierden la fuerza en el camino y caen blandos para que el rematador escoja donde poner su testarazo.
Kovacic aparecía en todos los sitios con movilidad, Casemiro brillaba en sus labores e Isco se divertía. Un túnel provocaba la admiración de la grada que esperaba el momento de Cristiano. Una chilena que no encontró el esférico, otro remate al aire. El enfado del portugués crecía con el paso de los minutos. Necesitaba tres goles para un nuevo récord y el encuentro se convirtió en una continua búsqueda personal del gol.
El duelo entre Cristiano y Wiland se alimentó con un cabezazo que no encontró portería y dos disparos centrados al cuerpo del veterano portero. Hasta que una falta lateral, en su enésimo intento a balón parado desde mayo, golpeó con potencia al balón, que botó para anular la estirada del guardameta y entrar ajustada al poste.
Le dio tiempo antes del descanso a perdonar a puerta vacía a Cristiano, tras una jugada llena de magia de Isco. No perdonó nada más arrancar el segundo acto. La consigna del vestuario era clara: prohibido esta vez bajar los brazos. A placer, el portugués firmó su segundo tanto para atisbar el récord que firmó a los 50 minutos.
Había volado Casilla en la único tiro a puerta del Malmoe, con mano salvadora a disparo de Rodic, cuando Cristiano inscribió su nombre en un nuevo récord para la historia de la Liga de Campeones.
Su décimo tanto en seis partidos de la fase de grupos llegó peleando dentro del área y sacando un disparo que se coló entre las piernas de la defensa y del portero.
Reaparecía Marcelo que plasmaba la debilidad de la zaga sueca inventando una ocasión de un saque de banda. Dejó solo a Benzema que perdonó antes de crear una obra de arte sobre el césped con un túnel de taconazo para que Isco asistiese al póker de Cristiano.
El Malmoe no sabía ni por donde le venían los goles. Superado, mirando el marcador restando minutos para el final. Le cayó el séptimo en acción de Jesé y un nuevo rechace de Wiland, que atrapó pocas, para que Kovacic firmase su primer gol de madridista. Y bajó el telón de la mayor goleada de la Liga de Campeones a placer Benzema, a pase de Isco tras otro grave error del equipo sueco en la salida de balón. Nada frenó el cántico continuo de 3.500 aficionados visitantes que disfrutaron de un día de fiesta para el modesto que comenzó con silbidos al entrenador del grande. Contrastes del fútbol.
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