Valencia, de Marcelino García Toral, frenó la intratable línea en la que se había instalado Real Madrid y bajó a la tierra al campeón (2-2), remontando el marcador y cediendo únicamente al talento de Marco Asensio, que firmó con un doblete un partido para enmarcar.
El fútbol presenta cuestiones difíciles de explicar. Hay equipos a los que se le da bien un estadio y el Valencia es uno de los que asegura buena imagen en el Santiago Bernabéu. Puntuó en cuatro de sus seis últimas visitas y tras un periodo largo de sombras, la llegada de Marcelino le da otro empaque.
El nuevo Valencia es fiel a la imagen de su entrenador, que dota de personalidad a sus equipos. Desde la solidez en el bloque reconstruye ilusiones a un valencianismo necesitado de alegrías. Con unidad y solidaridad en el esfuerzo, desafió a un Real Madrid lanzado. Las ausencias de Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo invitaban al intento con esperanza.
El estado del madridismo con el estamento arbitral es de enfado continuo. Nada más arrancar el duelo nadie entendió como Fernández Borbalán fue el único que no apreció penal en una clara mano de Vezo. De un mal despeje con el muslo rebotó el balón sobre su mano. Las quejas no sirvieron de nada.
Real arrancó con fuerza por el triunfo, sabiendo que le esperaba un duelo duro. La movilidad arriba favorecía la aparición de Marco Asensio por cualquier zona del campo. Le juntaba Zidane con Modric e Isco. Imposible poner mayor nivel de creatividad a espaldas de los delanteros. Faltaba que Bale encontrase la forma de encajar y sus carreras tuviesen sentido para la visión de pase de sus compañeros.
El público se ha decantado por Asensio quien viene haciendo un buen juego.
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