Fue una locura de partido y en ese ambiente nadie es mejor que Vinicius, que ya no resulta un extremo travieso sino posiblemente la mejor solución del Madrid. En media hora sacó dos veces al equipo del pozo con dos goles sensacionales, especialmente el segundo, y provocó la expulsión de Aitor. Por aquel huracán no ganó el Levante.
La cosa anda en que Mbappé no estropee nada antes de que venga a arreglarlo todo. De ahí que Ancelotti muletee el asunto hasta sacarlo del vestuario. Y sabe que si el asunto no cuaja tendrá que tirar, con esa mano blanda que le ha dado tres Champions.
Sin Modric ni Kroos, al Madrid le costó salir de la altísima presión granota, pero en la primera ruptura tomó ventaja. Alaba lanzó a Benzema, que desde la izquierda ganó la espalda a Vezo; el césped le frenó la pelota y cambió el paso de la jugada. Esperó, recortó y buscó la izquierda de Bale. El remate del galés fue inapelable. La espada siempre fue su fuerte. Un buen gol, el primero que hace con el Madrid en 19 meses, sin la justificación del juego, que lo había puesto el Levante.
El Levante llegó al ecuador pidiendo la hora. Y sin embargo, de regreso, se encontró con el empate, en un despiste de Lucas Vázquez que habilitó a Roger en el pase de Melero. Courtois no desvió lo suficiente el remate del ariete. Y entonces el vendaval fue el Levante, que pasó de asediado a asaltante. Y le dio la vuelta al partido con una tremenda volea de Campaña. Una remontada relámpago de un equipo con constantes cambios de humor.
Ancelotti pegó entonces el volantazo con Carvajal, Asensio, Rodrygo y VInicius, ya con el tiempo soplando de cara. Todos los que entraron hacen fortuna al espacio, lo único que ya no concedía un Levante encerradísimo. Aun así, Vinicius, que merece otro trato, llegó al empate al sprint. Pero atrás el Madrid se volvió un coladero y pagó caro otro error. Pier adelantó de nuevo al Levante hasta que Vinicius hizo de socorrista una vez más con un gol de arte mayor, en toque sutil sin ángulo que tocó en el palo, y tuvo tiempo hasta de provocar la expulsión de Aitor. Vezo acabó de portero suplicando que esa centella brasileña no se lo llevara por delante.
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