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lunes, 30 de abril de 2012

Cómo Guardiola nos enseñó a valorar la esencia del juego

Cuando Josep Guardiola ejecutó un penal contra Bolivia el 27 de junio de 1994 en el Soldier Field de Chicago para abrir la senda del triunfo español en ese partido de copa del mundo, ni él ni nadie tenían la menor sospecha de lo que le depararía la vida una década más tarde cuando ya alejado de las canchas como jugador se encaminaba a trabajar en La Masía para luego asumir la dirección técnica del Barcelona B y más tarde la del primer equipo profesional.

Desde 1978 sigo con exagerado detallismo lo que los directores técnicos dicen, pero sobre todo cómo lo dicen a partir de la seductora elocuencia de César Luis Menotti que preparaba a la Argentina para ser anfitriona y luego campeona del mundo. Fue a partir de entonces que me quedó grabada la importancia de la palabra y la comunicación para encarar proyectos de vida de todos los tamaños y de ahí seguí y perseguí la palabra inteligente y precisa de hombres de fútbol que me han ayudado a entender lo que este apasionante juego tiene de cultural-estético, deportivo-atlético y competitivo. Han transcurrido 33 años de ese ilusionado seguimiento de la albiceleste de Kempes y tengo para mí que Johan Cruyff, Jorge Valdano, Ángel Cappa, José Pekerman, Marcelo Bielsa, Carlos Bianchi y Xabier Azkargorta fueron quienes concientizaron y moldearon mi itinerario periodístico para tener certeza del fútbol en el que creemos y del que somos acérrimos cultores quienes creemos primero en el talento que en la táctica, primero en el buen uso del balón que en la pizarra, primero en el ataque y el riesgo antes que en el cálculo para conseguir ganar no por mérito propio sino por error ajeno.

A partir de Menotti, conocí por contraste otras maneras de comprender y explicar el fútbol que en Argentina tuvo a protagonistas como Oswaldo Zubeldía y su gran discípulo Carlos Salvador Bilardo, o Carlos Timoteo Griguol. Jugar o ganar como sea, jugar bien y ganar como consecuencia del buen juego, jugar por jugar sin que importara el marcador final, defender y ganar de contraataque, en síntesis fútbol y antifútbol, son asuntos que permanecen en el diario vivir del espectáculo más importante del planeta que ahora pasa con mucho mayor énfasis por su importancia mercantil y sus concepciones estratégicas industriales.

Y en los últimos tres años, eso que encontramos como booms en el Brasil del 70 o en Holanda del 74, comenzó a plasmarse en un proyecto en el que las palabras fueron fundamentales pero con absoluta prioridad hacia adentro del grupo en el trabajo semanal y en los vestuarios, minimizando la retórica mediática, para construir el mejor discurso futbolístico de la historia a cargo de ese que había sido jugador del Barcelona y de la selección española, y que comenzó a ofrecer al mundo futbolero magistrales lecciones de cómo la palabra y la comunicación cuando se logra sintonía perfecta, puede traducirse en todo lo que sus dirigidos hicieron-hacen con los movimientos acompasados de la santísima trinidad Xavi-Messi-Iniesta y una plantilla a la que se le añaden/quitan en el momento exacto, las piezas para que la orquesta de once-trece jugadores consiga ese ritmo inigualable y sostenido.

Todo lo que Menotti y sus colegas explicaban con vuelo casi poético frente a micrófonos y cámaras, Guardiola lo tradujo en los movimientos de su equipo para conseguir trece de dieciséis títulos nacionales e internacionales. Había que hablarles claro, preciso y diferenciado según él mismo afirma, atendiendo al perfil de cada uno de los futbolistas y lograr que el juego se convirtiera en la fiel traducción de sus convicciones y que ha anunciado que se marcha luego de sentirse vaciado de energías, dejando una huella que lo certifica como el más grande comunicador del planeta fútbol, capaz, como pocos, de otorgarle expresivo significado al silencio.

Algunas claves de ‘Pep’

-A mí mis padres me educaron muy bien diría yo. Pero lo que más me ha educado es el microclima que es un equipo de fútbol con gente que está unida”.

-“Todo lo que me ha formado como persona me lo ha dado el deporte. Fue con él que aprendí lo que es ganar y celebrarlo con muchísima moderación y también a saber lo que es perder, cosa que duele mucho de verdad, pero que es lo que te enseña a aprender a levantarte”.

-“El deporte desde pequeño, o el Barça que es en esencia donde más tiempo he estado, es todo lo que me formó como persona y todo lo que soy hoy”.

-Renuente a los reflectores, Guardiola ha dicho que es un sótano, en una pequeña oficina acondicionada en el Camp Nou en la que se pone frente a una pantalla para escribir las claves de cómo jugarle a cada rival. Es ahí y en esos momentos donde agudiza su lectura y sentido estratégico para comenzar a ganar los partidos.

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